Abandonar este mundo — Episodio II
El deseo de abandonar este mundo tiene que ver con el fracaso. Sentimos que estamos perdiendo la guerra contra la cotidianidad, y preferimos bajarnos de este juego, o de este mundo de cosas, o como decimos en Venezuela cuando ya no queremos seguir jugando metras (o jugando canicas): “boto tierrita y no juego más”. Protestamos contra las reglas del juego, las mismas que hemos aceptado toda la vida: “ahora, ahora cuando estamos perdiendo, ahora no nos gustan”. La realidad es que la mayoría de las reglas que consideramos injustas nos las hemos impuesto nosotros mismos. Ahora no nos gusta levantarnos todos los días las 5:30 de la mañana. Ahora no nos gusta esperar al 15 y al 30 de cada mes para cobrar. Ahora no nos gusta las reuniones de “forecast” los viernes. Tener que preparar una presentación, hacer llamadas a clientes, dar excusas de porque nuestra compañía brinda un soporte tan malo. La verdad es, dicho claramente, que todo esto nos lo impusimos nosotros mismos. La verdad es que formamos parte de una sociedad consumista que nos obliga a vivir bajo una serie de reglas que se autoalimentan a si mismas. Y nosotros formamos parte de esa retroalimentación, consumiéndonos a nosotros mismos. Pero a diferencia del sol (todos sabemos que la energía del sol es tan grande que pasarán otros 20 mil millones de años antes de que se consuma) nuestra energía es limitada. Pero vivimos nuestras vidas como si nuestra energía fuera similar a la del sol. No lo es. Y para cuando nos damos cuenta, ya es, para decirlo honestamente, muy tarde. Por eso los albumes de fotos me resultan tan odiosos. Muestran a un pretencioso y arrogante individuo, con un descuidado sobrepeso por cierto, que se cree el dueño del mundo, y que se desenvuelve como si supiera lo que está haciendo. Pues la verdad es que yo soy una prueba viviente de que él no tenía idea de lo que estaba haciendo. Qué desilusión. Tengo que tomar cartas en el asunto. Por eso, y como una primera
norma de conducta, trato de ser cuidadoso cuando me toman una foto. Quizás por eso esa expresión de muchas personas (normalmente de avanzada edad, o con unas cuantas desilusiones en sus vidas): “yo no me fotografio en público”. Bueno, hay otras razones para esa expresión. A veces es mala idea fotografiarse en público, no solamente para no tener que contemplar años después a un perdedor, sino también para no verse rodeado de perdedores. O algo peor. Claro, el no fotografiarse no es suficiente estará pensando Ud., desocupado lector, quizás algo de actuar más conscientemente puede ayudar. Por ejemplo, revisar una por una las reglas que nos imponemos y cumplirlas o abandonarlas. Abandonar ese sentimiento de incorformidad. Ser honesto. Tratar de ser feliz, y con ello revertir esa tendencia a escribir editoriales como este. Y sobretodas las cosas, aprovechar el día. Vivir el día. Sentir el día. En este momento creo que voy a escribir un cuento. Porque para mí sentir el día es programar en C++ o escribir un cuento. Qué rara combinación. Y ahora que escribo esa oración, y la leo con detenimiento, me parece que no existen dos cosas más parecidas en el mundo. Programar en C++ y escribir un cuento. Qué combinación tan maravillosa. Creo que voy a pasar el resto del día con una sonrisa en la boca. Y son las 8:04 am.