La recompensa del trabajo es más trabajo
Esto es obvio para cualquiera que tenga algún tiempo trabajando en computación y áreas conexas. También en el área administrativa de las empresas. Es tan obvio que me imagino que debe aparecer varias veces aquí y allá en este blog. Al menos me sorprendería si no es así. Tengo mucho trabajo como para ponerme a buscar.
La recompensa del trabajo es más trabajo. Lo que me lleva a pensar en la frase hay que trabajar para vivir y vivir para trabajar, los pescaditos de oro de Aureliano Buendía (vendía los pescaditos de oro por monedas de oro que fundía para hacer más pescaditos de oro), y el picapedrero de Kwai Chang Caine (¿quién es el más poderoso, el picapedrero o el dueño de la montaña?), y muchas otras parábolas. Todas hablan sobre el mito alrededor del trabajo y para qué trabajamos. No me mal entiendan, yo me levanto a las 5am (4am hoy) y estoy trabajando hasta las 7pm (a veces hasta las 10pm) todos los días (incluyendo domingos), y si no tengo todas y cada una de mis neuronas al borde del agotamiento absoluto no me quedo tranquilo. Así que no estoy diciendo algo así como “si tienes ganas de trabajar, acuéstate a dormir y espera que se te pase” sino más bien, “acuérdate de por qué trabajas, porque puedes pasar toda tu vida haciéndolo por la razón equivocada”. Yo sé que hay personas que trabajan 50 años de 8-5, se recluyen en un hospicio y mueren sin jamás cuestionarse nada de esto, e inclusive me miran con lástima si me oyen mencionarlo, porque al cabo de cualquier discusión estéril sobre el tema se llega a lo mismo: qué vas a hacer, la vida es así. Sí, yo he vivido ese camino, ahora pienso que no, la vida no tiene que ser así. O al menos me gustaría, en mi lecho de muerte, con una sonrisa mitad satisfacción, mitad alegría, tener mis pensamientos en paz con una vida llena de certidumbres sobre el qué, el por qué y el para qué.
No, no tengo respuestas definitivas a todo esto. Es diciembre, siempre tengo este tipo de pensamientos por esta época.