Abre los ojos
Afrontar la realidad (¿hacerle frente?) resulta mucho más molesto de lo que estamos dispuestos a reconocer. Por eso soñamos. Pero la vida es una sueño, y los sueños a veces se convierten en pesadillas. Y nuestras pesadillas no nos dejan vivir. Así que mejor afrontamos la realidad. Círculos viciosos giran a nuestro alrededor (o nosotros giramos una y otra vez, como el perro que se persigue la cola). Ese despertar puede ser revelador. Nos encontramos soñolientos, y abrímos los ojos, muy abiertos. Casi no lo podemos creer. Pero esto no sucede siempre por nuestra iniciativa, sino es alguien que perturba nuestro ejercicio morfeístico. Rara vez abrímos los ojos solos. Necesitamos de alguien que nos diga: abre los ojos…y ahí aparece nuestro trabajo durante los últimos cuatro años… inconcluso… abre los ojos…