Causas perdidas y empresas imposibles
Empresas imposibles. Toda mi vida la he pasado emprendiendo empresas imposibles. Una vez decidí que quería navegar por los mares, y entonces comencé a construir un portaaviones. No una canoa hecha a base de bambú, o un tronco amarrado con lianas. No. Un portaaviones nuclear. Es como si muy dentro de mismo hay el deseo morboso de no terminar lo que comienzo. ¿Síndrome aureliano de los pescaditos de oro? ¿Lo que Ortega y Gasset dice sobre los españoles y las corridas de toro? Quién sabe. El punto es que estaba revisando un conjunto de cuentos de horror que he estado escribiendo en los últimos años, y comencé a sacar cuentas. Resulta que en algún momento decidí recopilarlos en un libro que se llamaría “37 cuentos de terror y una historia de amor”. ¿37? ¿Eso significa que para publicar ese libro tengo que escribir 37 cuentos? Dios. Soy el rey de la procrastinación. De la autoflagelación mental. Apenas llevo 10 cuentos. Y hace un año que terminé uno. Esto se parece a la construcción de la tumba del Papa Julio II en tiempos de Miguelangel (¿La agonía y el éxtasis, anyone?)
Como quiera que sea, los que conocen estas páginas sabrán que toda esa novelesca introducción se debe que a continuación voy a presentar una de mis listas, en este caso La lista de las 5 más fabulosas empresas imposibles que he emprendido en mi vida. Pero antes, La lista de las 5 más fabulosas y fastidiosas actividades que odio realizar y sin embargo he hecho hasta la saciedad:
- Ver los infamosos albumes de fotos. Extra fastidio cuando es el albúm de foto de alguien a quien conoces pero que visitaste accidentalmente, o por uno de esos compromisos “ineludibles”.
- Esperar que ella est
é lista para salir a una fiesta donde me espera una botella de Grants 15 años sólo para mí. - Ver como mi papá se entretiene toda una tarde tratando de reparar un Buick 1961 para al final, luego de sudar hasta la última gota de H2O del cuerpo decir triunfalmente: ” el lunes se lo llevo al Mago” (refiriendose a un mecánico con fama de resolver hasta los problemas de mecánica más misteriosos, ganándose así la reputación de “mago”).
- Ir a un centro comercial a acompañarla a visitar todas las tiendas del centro comercial y que al final, luego de 4 horas dando vueltas una y otra vez por todos los pasillos y viendo todas las vidrieras, no se compre nada.
Y finalmente la más fabulosamente fastidiosa actividad que odio realizar en mi vida:
- Ver películas mexicanas de los años 50 en un televisor blanco y negro de 9 pulgadas.
La lista de las 5 más fabulosas empresas imposibles que he emprendido en mi vida la voy a dejar para otro post, porque ahora estoy programamando dos juegos, escribiendo un cuento, puliendo un poema, programando un site sobre un sistema para almacenar el desempeño de estudiantes y otra media docena más de programas incluyendo un programa en C que utilizando threads calcula números fibonacci. Ni más ni menos.
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