Ella dice que el amor cambia. ¿Cómo puede ser eso? El amor nace como cuando teníamos quince años, crece y vive fuerte y esplendoroso como un apamate o una acacia, o quizás una ceiba. Y luego muere, dejando trás de sí un tronco ruinoso y viejo. Luego algo pasa, una energía vital surge del vacio nocturno, y renace, renovado, y florece, surge y brota como un repentino manantial de vida.

Nada de eso. Gamelote de la peor especie. El amor cambia y es igual que la energía…  se transforma.

Y entonces, si es así, ¿en qué se transformó mi amor? ¿Sombras luminosas en el parque otoñal? ¿Amorosas desventuras del devenir imperecedero? ¿Metal resplandeciente, marmol sepulcral? ¡Danza de espadas, ballet de  lanzas, escudos sonoros! ¡¿O sólo… la rosa no dadivosa?!

Ay…  pero ella dice que el amor cambia! ¡Ay, el amor cambia! ¡Cambia!

 

Nota: surgió de un encuentro con ella el 25 de julio de 2009