Paja
Paja. f. algo tonto, inútil. Dicho o hecho propio del fanfarrón.
Ultimamente hemos estado tan inundados de tanta palabrería que me ha parecido pertinente definir cuidadosamente una palabra que es utilizada hasta la saciedad aqui en Venezuela (y el resto de latinoamérica o buena parte de ella). Se trata de la paja. ¿Qué es la paja? Buena parte o quizás más del 80% de lo que vemos en la televisión y ultimamente (al menos desde hace 8 años aqui en Venezuela) lo que leemos en la prensa escrita. Verborrea interminable y sin propósito. Cháchara ilimitada. Charla sin valor cuyo único objetivo es llenar el vacío de conocimiento de quien la dice y poner en evidencia la ignorancia de quien la oye. Una de las características fundamentales y un buen indicio que nos permite identificarla rápidamente es su utilidad: nula o tendiente a 0 (cero).
Lo terrible de la paja viene representado por los efectos que produce: nos hace pensar en más paja (es decir, la paja tiene un efecto multiplicador), nos entretiene y nos divierte (hay gente que oye paja con atención, de hecho, a veces creo que a la mayoría de la gente le gusta oirla, cosa que en mi opinión es terrible). Por eso es tan difícil combatirla, al parecer hay gente que la defiende, la practica y la hace una forma de vida. Esto me lleva a los pajuos, personas en mi opinión indeseables que no hacen sino hablar paja, y que de alguna forma se han ganado una fama altamente negativa. Debemos huir de estas personas como de la peste, porque así como la paja es contagiosa, el pajuismo es contagioso también. Hay sin embargo una peculiaridad sobre esto porque no todos los que hablan paja son pajuos. Estos últimos son latosos, fastidiosos y repugnantes, en cambio hay quienes hablan paja y resultan simpáticos. Hasta la paja tiene su paradoja. Los pajuos finalmente son tan despreciables que la palabra resulta incómoda y yo no recomiendo utilizarla en ningún contexto. Por ejemplo, no la use cuando visite a la familia de su novia por primera vez, o cuando esté tomando champaña en una exposición en un museo. Es de muy mal gusto.
Decía que la paja no es por si misma desagradable, hay a quienes les divierte y quienes han hecho un estilo de vida hablarla y oirla. Inclusive es posible que sea un bien de primera necesidad porque la gente parece buscarla afanosamente. La ley de la oferta y la demanda funciona perfectamente para la paja o quizás esta ley como muchas otras es pura paja también. Yo por mi parte como ha quedado dicho soy alérgico a la paja y huyo de ella al primer contacto: apago la televisión, no me acerco a los kioskos de revistas, y en las reuniones voy al baño o a buscar un trago cada vez que la conversación desencadena en paja. Hay, por supuesto, oportunidades en las que nos vemos envueltos en una discusión de la que no podemos huir (bien porque tenemos un trago entero en la mano o porque acabamos de llegar del baño). Hay quienes soportan la paja estoicamente diciendo para sus adentros “no tengo más remedio”. Yo, en cambio, doy media vuelta y me voy dejando el desplante sin ningún remordimiento. Hasta ahi llega mi repulsión: no me importa pasar por mal educado. Y si estamos en la única conversación de la reunión y no hay escapatoria posible a menos que deseemos que nos tilden de loco, y nos vemos forzados a afrontar la paja porque el que tiene la palabra esgrime una inaudita prepotencia en continuar inúndandonos de paja de la buena, negándose a ceder la palabra, pues no tenemos alternativa: “¡Callate!” o “¡Cierra la boca!” es lo último que nos queda. La paja como he dicho es contagiosa y cualquier cosa que hagamos para evitarla es válida.
No me sorprendería que alguien proponga una cátedra sobre la paja en alguna de esas universidades donde se gradúan los principales habladores de paja. Es decir, darle un nivel académico a lo que forma parte de la institución. La piedra angular de muchas universidades es la paja, y corporaciones enteras se han erigido basadas en ella. Y es que la paja produce fascinación, adoración y forma parte de más de un culto. Inclusive los drogadictos les gusta tanto la paja (“en realidad yo soy una buena persona”) que hasta se la fuman. No hay un día internacional de la paja, pero sí hay días en los que lo único que se habla es paja. Uno de estos días es el 31 de diciembre. Ese día la paja es la reina universal. Este último 31 por varias circunstancias la pasé solo y disfruté de una noche sin paja y comencé el 2009 libre de ella: tengo muy buenos augurios para este año.
La paja no distingue sexo, religión o raza. Hay paja científica, las ciencias sociales son principalmente paja, hay paja en las artes. La literatura está repleta de ella. Por supuesto, en todas las ramas del saber, en todas las profesiones existe paja, en menor o mayor grado, pero hay un oficio que es 100% paja: la política. Por eso todos los políticos nos resultan tan inútiles. Lo cual me recuerda a los vendedores, otros expertos en hablar paja. Esta paja tiene, sin embargo, un objetivo: distraer al comprador de forma que se le olvide o no se detenga en pensar si el producto que le están vendiendo le sirve o no. Podríamos decir que esta paja con cierta utilidad es una mutante. Es que la paja es como los gatos de noche: se confunde, se mezcla con la oscuridad y se hace invisible. Pero los que sabemos identificarla no nos dejamos engañar. Como los gatos en la noche, a la paja le brillan los ojos seductores e hipnóticos.
“¿Pero señor agnas, su blog tiene versos que parecen paja?” No. La poesía es la más sublime expresión del sentimiento humano (eeeh…). Eso no es paja. Y tampoco lo es este post. Porque su objetivo es desenmascarar a la más terrible enfermedad del siglo XX y ahora del siglo XXI. Yo no creo que exista una vacuna contra la paja, ni siquiera que exista algún científico trabajando en ella, pero al memos pongo aqui este post para alertar a venezolanos y extranjeros de su terrible legado y pernicioso efecto sobre nuestra sociedad. Hay pajuos y habladores de paja simpática, pero ambas categorias comparten la misma dolencia: la idiotez. Sería muy triste que terminemos siendo una sociedad de idiotas, o al menos sería una lamentable consecuencia de 2000 años de civilización. Creo que en todos esos años, luego de las más eruditas cavilaciones filosoficas, ningún pensador imaginó jamás lo poco perfectible que era el hombre y que su destino era hablar idioteces.
19-05-2009 a las 7:45 am
excelente discertación sobre la paja
este es un “pajacomentario”
Saludos
(sigue adelante con estos post)